MARÍA DE JESÚS GUÍZAR BARRAGÁN

   Nació en Cotija, Michoacán, el día 11 de noviembre de 1899. Sus padres fueron: Don Emiliano Guizar y Valencia y Lucía Barragán de Guizar, ambos de nacionalidad mexicana, consolidaron una familia muy cristiana de vida ejemplar de 16 hijos; María de Jesús ocupó el quinto lugar.

   Fue bautizada al día siguiente de su nacimiento, el 12 de noviembre de 1899 en la Parroquia de la Inmaculada Concepción de Cotija, por el Párroco Don Crescencio Bravo.

   Hizo su Primera Comunión y se encontró en aquellos momentos de intimidad con el Señor. Estudio e impartió clases en el colegio Teresiano.

   A los quince años la visitó una grave enfermedad que la puso en el umbral de la muerte, ella se consagró a Dios, pronunciando interiormente su consagración. Mejoró poco a poco. Rechazó abiertamente toda oportunidad de noviazgo, porque ya era esposa del mejor de los esposos.

   Unos de los rasgos característicos que define la persona de María de Jesús Guizar fue la caridad: auténtica, bien labrada, edificante. Lo mismo que sus hermanos, había recibido de sus padres, desde niña, el encargo de atender personalmente a un pobre determinado, y ella lo cuidaba como si del mismo Cristo se tratara.

   Una convicción profunda acariciaba María de Jesús en su interior. Y la actitud evangélica, propia de las almas humildes y sencillas que, al abrir su corazón a Dios, lo mantienen siempre abierto a los hermanos.

 

MUJER FUERTE EN LAS MANOS DE DIOS

   Desde su adolescencia pensaba María de Jesús en ayudar a los sacerdotes. Fueron los suyos, años en que el Señor preparaba su alma para la generosidad. Comprendía el desastre que originaba en las almas, las deserciones de algunos sacerdotes; comprendía asimismo el abandono, la soledad que pasaban, la incomprensión y los peligros a que estaban expuestos en una sociedad tan materialista; comprendía la necesidad de apoyo y ayuda, sobre todo al vivir con familias en las que no faltan ocasiones de peligro.

   Y la solidaridad la indujo a visitar a algunos sacerdotes, a los que sus obispos les encomendaban para que les ayudara a volver al buen camino. Acudía presurosamente a casa del sacerdote necesitado y era tan exquisita la caridad con la que les platicaba que logró en varias ocasiones su objetivo. “La caridad de Chuy”, como familiarmente se decía, les hacía volver al buen camino. Todo esto la hizo pensar seriamente en fundar una obra a favor de los sacerdotes.

 

EL SEÑOR MARCA EL CAMINO

   Providencialmente conoció Tulpetlac el 2 de octubre, fiesta de los Ángeles Custodios, de 1960. Y en aquel lugar olvidado y silencioso, pero lleno de historia y rico en ritualidades religiosas, se detuvo orientada desde el principio por el sacerdote que pronto regiría los destinos espirituales como párroco de ese lugar. Como humilde y eficaz cooperadora en el apostolado, la futura Fundadora oye la voz de Dios, que la invita a modelar sus anhelos conforme a las exigencias del Corazón Sacerdotal de Jesucristo, su Hijo, y comienza a caminar con decisión.

   Quienes la recuerdan, agradecidos, en estos años de su vida dinámica y activa, aseguran que trabajó incansablemente al lado del P. Enrique Amezcua, que su contribución fue decisiva a la hora de preparar espiritualmente a los futuros feligreses para la erección canónica de la nueva parroquia.
   Y así, el 26 de julio de 1961 funda el Instituto de Hermanas Legionarias de la Fe, que dos años más tarde se cambia por Siervas Guadalupanas de Cristo Sacerdote en el Santuario de la Quinta Aparición de la Virgen de Guadalupe, emitiendo los votos de pobreza, castidad y obediencia.

   He aquí una fundadora entregada generosamente al apostolado. Su ejemplo, fervor y caridad, hicieron que pronto se le unieran algunas jóvenes que querían ser como ella. Su fortaleza, piedad, oración y su ayuda al sacerdote eran continúas. Su espíritu de fe y de desagravio se mantenían más vivos a medida que la semilla depositada en aquel jardín comenzaba a fructificar. Con mucha paz, con profunda alegría y con buen humor, la Madre Chuy repetía: Dios habla por boca del que calla.

   Conciente de la misión que Dios le había confiado, se consideró siempre instrumento en las manos del Creador.

   La Madre María de Jesús Guízar, hizo su profesión Perpetua ante Mons. Ricardo Guízar, Obispo Auxiliar de Puebla, el día 16 de julio de 1970, siguiendo su carisma suscitado por el mismo Dios en su Iglesia.

 

LO DIO TODO Y SE ENTREGÓ A SÍ MISMA

   La vida entera de la Madre Chuy fue una oblación a Dios Padre por la santificación de sus elegidos los sacadotes. Oblación amasada por sacrificios, grandes y pequeños, entre los que no faltaron incomprensiones, dolorosas. Pasó los últimos años de su vida poniendo a prueba su capacidad de amor y sufrimiento, su debilidad y la fortaleza que recibía de Dios. El espíritu de fe y la actividad de desagravio con la que se movía siempre culminaron en un ofrecimiento final de su vida, aceptado por Dios el 6 de enero de 1973. Fecha imborrable, el Señor la llama a su presencia.
   Su legado, pobre, pero enriquecedor, quedó escrito en piedras vivas, las que hoy forman sus hijas en la estructura, misteriosa y sacramental, orgánica y social, de la Santa Iglesia.

 

SIERVA DE DIOS

   Se abrió su causa de canonización el día 16 de julio de 1997 en la Catedral de San Cristóbal Ecatepec. La Fase Diocesana terminó en el centenario de su nacimiento, el 11 de noviembre de 1999, con una solemne misa en la Catedral de Ecatepec, presidida por Don Justo Mullor, Nuncio apostólico en México, y concelebrada por Mons. Luis Morales Reyes, Presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano y Mons. Onésimo Cepeda, Primer Obispo de Ecatepec.

 

"Es una de esas voces que el Espíritu Santo quiere que se hagan sentir con urgencia e insistencia invitando a la Iglesia a todos los creyentes a purificarnos, no sólo de nuestras miserias y pecados, sino también, de adherencias culturales superfluas a fin de centrar nuestras vidas personales y comunitarias en lo único fundamental: en poner en sintonía nuestras voluntades con la voluntad de Dios..."
 
(Palabras de Don Justo Mullor) 

 

 

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